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Coronavirus

Coronavirus: cuarentena indefinida

Una vieja verdad tiene ocasión de volver por lo suyo: nadie se salva solo; necesitamos al prójimo, debemos organizar y respetar la vida en común.

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Habrá que empezar de nuevo desde donde estamos. Pero, ¿dónde estamos? | Télam

Debiéramos comenzar por el nombre, por las descripciones fundamentales que nos den el referente y su fenómeno, así que por dónde empezar vuelve a ser la pregunta, el primer gesto filosófico en medio de lo que provisoriamente llamaré cuarentena indefinida. Busco el primer supuesto y lo encuentro obvio y a la mano: miedo a la enfermedad y a la muerte propias, mezclado en algunos, incongruentemente, con el sentimiento de seguridad de que no serán afectados.

Al interrogar ese miedo hallamos lo desconocido y escondido, que proviene del prójimo y lo vuelve una pura amenaza, algo a evitar, en última instancia, a confinar lejos de nosotros. Es lo que explica que haya tantos militantes espontáneos del “quedate en tu casa, no en la mía, habría que continuar. La amenaza es a la vez material e invisible, con el propicio nombre de virus. (Se deja nombrar en singular mucho mejor que bacteria, que tiende al plural para efectos semejantes). El otro hoy se reduce a virus; semejantes quedan, en el mejor de los casos, en nuestra propia casa, o en el espejo.

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El virus liquida de un solo golpe la vida social y la económica. Hace tiempo se dejó de hablar de "sociedad de consumo", pero vemos que por vieja y gastada, esta caracterización no merecía aun el desván. Porque hay que crear circuitos seguros, libres de virus si fuéramos tecnológicamente capaces, para garantizar que podamos seguir consumiendo, ¿lo imprescindible? ¿En cantidades justas? Dejemos de fumar...

Una vieja verdad tiene ocasión de volver por lo suyo: nadie se salva solo; necesitamos al prójimo, debemos organizar y respetar la vida en común. Y todos giramos entonces la cabeza hacia el gobierno, a cargo del Estado, y el Estado nos mira a nosotros y nos convoca a la obediencia civil, a una cuarentena indefinida, para ganar tiempo, para que el virus pase, para que la peste sea una nube que se trague el Tártaro.

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